Así es cómo las redes sociales te j*den la autoestima
Nos conectan, nos encantan, pero no nos sientan demasiado bien.
Nos encantan las redes sociales y no necesito estadística para afirmar esto. Sin embargo, nuestra relación con ellas es más que complicada. Las abrimos para relajarnos y acabamos deprimidas porque parece que todo el mundo: a) es rica trabajando 4 horas a la semana, b) tiene un barco, c) saca tiempo para entrenar, cuidar de 7 hijos y ser empresaria o d) todas las anteriores. Una amiga (que tiene una newsletter maravillosa sobre escritura creativa) me comentó que sería interesante escribir sobre redes sociales y autoestima y es que la relación está bastante clara.
Sobre el papel todo está bien:
nos ayudan a conectar con familiares y amigos
ayudan a que nuestros proyectos lleguen más lejos y a más público
podemos llegar a aprender mucho de las cuentas que seguimos
es más sencillo descubrir la diversidad de personas y estilos de vida
podemos unirnos a causas sociales y estar informados para ayudar de manera más eficiente
PERO, siempre hay un pero:
pueden alejarnos de la realidad
nos quitan mucho tiempo
son adictivas
y sí, suelen afectar a tu autoestima para mal.
Existen decenas de estudios que relacionan el uso de redes sociales con una autoestima más baja. Personalmente, me he permitido hacer una pequeña encuesta en mi comunidad de Instagram (99% mujeres). La respuesta mayoritaria fue que las redes sociales nos hacen compararnos, seguida de “afectan mi autoestima para mal”, “no me afectan” y “siento envidia”. Sin embargo, nadie, cero unidades de personas, dijeron que afectaban a su autoestima para bien. Y es que es muy difícil no compararse cuando todo lo que ves, todo el rato, son los logros y greatest hits de las personas a las que sigues. Y, amiga, apenas hace 20 años que existen las redes sociales, no estamos programadas para este nivel de comparación (ni en cantidad ni en calidad).
Dicen que la comparación te roba la alegría. Y entrar en cualquier red social es compararse casi inconscientemente. No me extraña que estemos todas tan agobiadas, sintiendo siempre que no somos suficiente. ¿Suficiente para quién? ¿A qué público estamos intentando impresionar?
Cuidado con…
Los filtros: Las redes sociales más populares son las basadas en la imagen (TikTok, Instagram…) y muchas de ellas tienen la opción de poner filtros faciales. Puedes creer que rostros que no son reales lo son y compararte con algo que ni siquiera existe. O puedes acostumbrarte tanto a verte con filtros que no aceptes tu propia apariencia.
Los likes se convierten en validación. Cuantos más likes tienes, mejor te sientes. Ya es peligroso que nuestra autoestima dependa de la opinión de los demás, pero ya de corazoncitos de personas que ni conocemos… No, querida, los ‘me gusta’ no representan tu valor.
¿Qué puedo hacer para no sentirme tan mal?
Para empezar, reducir el uso de redes sociales (o dejarlas del todo si te atreves). ¿Si dejo las redes voy a tener una autoestima altísima? Tampoco depende de eso. Pero te aseguro que no necesitamos tener este nivel de sobreinformación ni ver lo que hace todo el mundo todo el rato.
Además: ten claro que lo que ves NO es lo que hay. Todo lo que hay en un feed puede ser falso, o no serlo, o puede estar preparado, o puede ser solo una parte de la realidad. Y no hay manera humana de poder discernir. Por supuesto, es normal que enseñemos lo bonito: nadie se hace un álbum de fotos de los peores momentos de su vida, ¿verdad? Pero hay que tenerlo claro: lo que ves es una versión SELECCIONADA, EDITADA, RETOCADA y MEJORADA de una vida.
Inspírate: Personalmente creo que una casa ordenada, una persona motivada con su trabajo o con sus rutinas de fitness también pueden ser una inspiración a la hora de hacer cambios en nuestras vidas (si los queremos). Prefiero inspirarme con fotos bonitas que leer el veneno que se escupe en Twitter (sí, abandoné esa red forever y jamás conseguiré llamarle X).
No uses filtros estéticos. Las personas que te conocen ya saben cómo eres, las que no, no deberían importarte y tú misma puedes acabar con una versión distorsionada de tu rostro y rechazar el propio reflejo de tu espejo.
Comentarios negativos: Borrar, bloquear y seguir con tu vida. No contestes, no te enganches, no te justifiques y, sobre todo, no te los creas. El anonimato puede llegar a sacar lo peor de algunas personas, pero éstas no son a las que nos interesa dedicar tiempo y energía.
Al final, somos nosotras mismas las que debemos gestionar lo que consumimos en redes sociales. Igual que no comerías lácteos si eres intolerante a la lactosa o no te quedarías al lado de gente que te cae mal, empieza ser muy estricta con lo que ves en Instagram, TikTok, etc. Deja de seguir las cuentas que te hagan sentir mal (porque te dan envidia o porque su mensaje te afecta), sigue cuentas que te ayuden y te motiven. Intenta ampliar tu catálogo e introducir diversidad en tu feed.
Trabaja tu autoestima (y tu autocuidado) día a día. Fuera de redes sociales. Cuando tu autoimagen y confianza en ti misma están fuertes, es mucho más difícil que te afecten las redes y las opiniones exteriores.
Cómo trabajar tu autoestima
Puedes empezar por repetirte afirmaciones. Te dejo el link a mis 100 Afirmaciones para mejorar tu autoestima.
También puedes usar mi Planificador de Autocuidado que te ayudará a sacar tiempo para ti misma, trabajar en tu autoestima y priorizarte.
Leerte estos libros que me ayudaron:
Indomable de Glennon Doyle
Querida yo: tenemos que hablar de Elisabeth Clapés
Tú eres tu lugar seguro de María Esclapez
Atrévete a no gustar de Ichiro Kishimi
El sutil arte de que (casi todo) te importe un mi*rda de Mark Manson