100 maneras para relajarte cuando no puedes más con la vida (Parte 1)
Imposible que no encuentres la tuya. Palabra de alguien que se estresa mucho.
Teniendo en cuenta cómo está el mundo últimamente, relajarse es un imperativo. A veces pienso que quizás no esté peor que en otras épocas, lo que está claro es que nos enteramos más. Actualmente tenemos a nuestras espaldas un ritmo de vida frenético, crisis de la vivienda, varias guerras en curso, tensiones políticas, polarización, sobreinformación y ecoansiedad. Y las redes sociales, esa (¿gran?) parte de nuestras vidas que, como ya te conté, NO nos ayuda nada a estar tranquilas. Pero querida, aquí hemos venido a bailar, a saborear la vida. Como me decía hace poco una amiga: no hay nada que te haga estar mejor que sentirte bien contigo misma (y con la vida). Y para eso necesitamos CALMA. ¿Cómo?
Como te conté en la newsletter anterior, es vital que encontremos espacio para el descanso incluso A DIARIO. Y sé que me vas a decir que no tienes tiempo, pero te lo voy a poner TAN fácil que no tendrás excusa para no relajarte un poquito cada día. Porque hay días que parece que no podemos con la vida, pero como dice mi querida Taylor Swift: I'll be strong, I'll be wrong, oh, but life goes on. Es decir, la vida sigue y es un privilegio vivirla.
100 maneras para relajarte cuando no puedes más con la vida
*Y si quieres que todo esto funcione mejor, apaga el móvil.
Salir a pasear: Sí aunque sea en una ciudad.
Jardinería: Poda, riega, cava y admira tu trabajo.
Aire libre: No hace falta que te vayas a la montaña con tomarte un café por la mañana (o después de trabajar) en una terraza es suficiente.
Ir a la playa: Si tienes la inmensa fortuna de vivir cerca del mar, date un paseo por la playa (descalza mejor que mejor), escucha las olas, toca el agua, respira el aroma salino.
Una salida a la montaña: Eso cura todos los males. Abrazar los árboles y cerrar los ojos siempre recomendable.
Nadar: El cuerpo humano es un 60% agua, es casi nuestro estado natural y movernos en ella tiene un poder relajante sin igual.
Admirar el amanecer o la puesta de sol: La mejor manera de empezar o terminar el día (según si eres una early bird o un ave nocturna).
Escuchar los pájaros: Siéntate en un banco en el parque, o en el campo o el bosque, y escucha los sonidos de la naturaleza.
Diario de gratitud: Creo que no hay nada más efectivo que escribir una lista de todas las cosas por las que das las gracias. Si lo conviertes en una práctica diaria tu nivel de satisfacción subirá por los aires. Puedes organizarte con mi Planificador de Autocuidado y Autoestima.
Un picnic en el parque: Te relaja prepararlo, te relaja cocinar (si te gusta), te relaja disfrutarlo y te relaja la compañía que te lleves (ya sea tu pareja o tus amigas).
Ir al jardín botánico: Otra manera de acercarte a la naturaleza. (Si estás en Madrid no te pierdas el Palacio de Cristal de Arganzuela).
Pasear por el parque: Sé que no siempre se tiene la naturaleza cerca y los parques urbanos son una buena opción en todas las ocasiones.
Comprar flores frescas: O si vives en el campo, sal a recogerlas. Ponlas en un jarrón en casa y sitúalas donde las veas y te hagan feliz.
Salir a mirar las estrellas: Esta es una de mis actividades favoritas (aunque a veces la inmensidad del universo me da un poco de ansiedad). Es una manera preciosa de ponerlo todo en perspectiva y sentir nuestra propia pequeñez.
Tumbarse en una hamaca: Si tienes jardín con hamaca, ¿a qué estás esperando? Túmbate un rato, mira el cielo, imagina la forma de las nubes.
Una siesta al aire libre: En esa hamaca, en la terraza, en el balcón. Eso sí, espera a que la temperatura te lo permita.
Perderse en una librería: Ni siquiera hace falta que compres. Simplemente, mira libros sin rumbo ni objetivo. Mi última vez haciendo esto fueron 3 horas en Strand en New York y lloré de felicidad.
Preparar una macedonia con tus frutas favoritas: La fruta siempre es un SÍ. Cortarlas es relajante y comerlas es delicioso y además tienes el extra de saber que estás cuidando tu cuerpo.
Ir a un partido: Pero solo si eso no saca lo peor de ti. Yo no me pierdo ni un partido (¡los sábados por la mañana!) de mi hijo porque animo, sufro, grito y disfruto.
Acurrucarte con tu mascota: Las que tenéis animales en casa sabéis que hay pocas cosas mejores que dormir con tu animalito o acurrucarte en el sofá con un gato ronroneante o un perro cariñoso.
Regar tus plantas: Si eres de esas personas que eres capaz de mantener viva una planta, enhorabuena, regarlas y atenderlas te dará paz.
Hacer un puzzle: O el cubo de Rubik, sudokus, crucigramas, sopas de letras…
Seguir tu rutina de noche relajante: ponerse el pijama, dejar la bolsa y la comida preparadas para el día siguiente, preparar el lookazo del morning after, desmaquillarse y hacerse el skincare, tomarte una infusión mientras escribes en tu diario de gratitud y leer un poco. Por ejemplo.
Mirar fotos: Antes lo hacíamos en álbumes, ahora las tenemos todas en el móvil, pero mirar fotos siempre te traerá buenas recuerdos y devolverá la sonrisa a tu cara. No falla.
Dejar volar la imaginación: ¿Qué harías si mañana te toca el Euromillón? Te juro que esto relaja a cualquiera y además empiezas a manifestar.
Jugar a un juego de mesa: En familia, es uno de los mejores planes.
Echarse una siesta: Ideal los fines de semana.
Ver una película fácil en Netflix (o plataforma de tu elección): Las mías son las comedias románticas, lo tengo claro.
Practicar yoga.
Hornear algo: Bizcocho, donuts, magdalenas… Perfecto para cuando llueve.
Encender una vela: Aromática a poder ser.
Hacer el amor: Así de fácil (o así de difícil).
Ver tu película favorita: Esa que siempre te hace sentir bien y podrías ver mil veces sin aburrirte.
Ordenar la casa: Sí, señal de que somos mayores, ordenar la casa nos relaja sobremanera.
Llegar a casa y ponerte ropa cómoda: Un chándal bonito, un pijama lujoso, ropa de punto, escoge tu elixir.
Ordenar cajones: Y tirar todo lo que ya no te sirve o recuperar tesoros olvidados.
Ponerse crema hidratante en los pies: De verdad, también se lo merecen.
Disfrutar de una taza de té: O sea cual sea tu infusión favorita.
Dibujar: O pintar. Sí existen libros de pintar para adultos y relajan tanto que ni te darás cuenta de que te pasa el tiempo.
Haz ejercicio: Ya sabes, siempre algo que te guste.
Una ducha caliente: Quita los dolores de cabeza, se lleva lo malo del día y es autocuidado del bueno. Os lo dice una que lleva más de una semana sin agua caliente en casa…
Maratón de tu serie favorita: ¿Cuántas veces puedo haber visto Friends? Ni lo sé, pero me lo cura todo.
Levantarse muy pronto: Para disfrutar de la soledad y la tranquilidad.
Cómo empezar bien las mañanas (sin sueño y sin prisas)
·Ponemos mucho énfasis en empezar el año, la ropa interior roja, brindar con oro, empezar con el pie derecho… Pero, ¿y cómo empiezas el día? Que lo haces 365 días al año (o 366). Y te habla una madre que tiene que vestir, dar de desayunar y subir a un autobús con dos niños y llegar antes de las nueve al colegio, jaja.
Ordenar tu zona de trabajo: La magia del orden que diría Marie Kondo, pero de verdad, funciona.
Girl’s Night IN: Invita a una amiga (o a un grupo pequeño) a casa para cenar y charlar en el sofá. Mi plan favorito con mi mejor amiga, sin lugar a dudas.
Llamar a una amiga: Sí, de verdad, coge el teléfono, marca el número y habla. En tiempo real, estando presente, oyendo es voz que tanto te reconforta.
Bailar: Aunque sea en casa mientras doblas la ropa, mientras cocinas o recoges.
Escribir un diario: Es una manera muy efectiva de sacar todo lo malo. Además dentro de unos años, te gustará volver atrás y recordar.
Tu bebida favorita de Starbucks (o tu cafetería de confianza): Un Pumpkin Spice Latte me transforma.
Escuchar música relajante: Que parece una tontería pero no lo es. Mis playlists favoritas para trabajar o relajarme son las de piano.
De momento, vete relajando con estas 50 ideas. Continuará.